La entrega más reciente del maestro del horror Stephen King es Mile 81. Un libro que solo puede ser leído, por ahora, de manera electrónica, ya sea en un Kindle o algún dispositivo lector o la computadora. Digo ‘libro’ porque fue lanzado de esa manera pero, en realidad, es un relato corto.
El nombre Mile 81 -o Milla 81– viene de la parada de descanso cerrada y abandonada ubicada en esos alrededores. Un carro muy enlodado, sin placa y difícil de indentificar (puede ser tanto Ford como podría ser un Chevrolet) se parquea cerca y, no es hasta cuando un buen samaritano se detiene a investigar si algo sucede, es que empieza la brutalidad.
Como es de esperar, King retrata los personajes y las situaciones como nadie lo hace, teje una historia increíble con una plausibilidad enorme y nos mantiene interesados hasta el final.
También estamos algo acostumbrados al protagonismo de niños en las historias de King. Lo que en verdad me incomodaba era que una pareja de ellos tenían 6 y 4 años y su manera de actuar, reaccionar y hablar los hacía parecer bastante mayores. Otro detalle es que la historia termina de una manera abrupta como si tuviéramos que esperar una segunda parte.
Nos vamos a quedar esperando saber más de ese monstruoso auto y sobre qué pasará después con los personajes. Quizás no veremos una secuela de Mile 81, pero conociendo a Stephen King es muy probable que ese auto haga una aparición en alguna otra entrega.
Mile 81 es una rápida lectura, excelentemente escrita; es escalofriante y tensa pero con esos rasgos característicos que nos mantienen pegados a esas letras que se forman en palabras y esas palabras que se tornan en imágenes en nuestras cabezas. Como King, nadie lo hace mejor.
El libro trae como regalo unas cuantas páginas de la próxima entrega de Stephen King «11/22/63» que saldrá a la luz en noviembre.